miércoles, 13 de mayo de 2015

desaprender


Leo Desaprendizajes, el último libro de José María Caballero Bonald, de cuyo Entreguerras hablé hace tres años en las entradas “impunes delincuentes”, “dudas de nuevo” y “no voy, no soy, no estoy”, y recuerdo el texto que leyó Roland Barthes como lección inaugural de su incorporación al Collège de France en 1977, en el que dice que llega un momento en que, quien ha dedicado su vida a la enseñanza y la investigación, comienza a desaprender, a desprenderse de la espuma de los textos escritos y leídos y quedarse con su poso.
Hay una edad en la que uno enseña lo que sabe, pero enseguida le sigue otra edad en la que uno enseña lo que no sabe: eso se llama “investigar”. Ahora viene quizá la edad de otra experiencia: la de desaprender, la de dejar que trabaje la remodelación imprevisible que impone el olvido a la sedimentación de los saberes, de las culturas, de las creencias que uno ha atravesado. Esta experiencia tiene, creo, un nombre ilustre y anticuado, que osaré tomar aquí, sin complejo alguno, en la propia encrucijada de su etimología: Sapientia: ningún poder, un poco de cordura, un poco de saber y la mayor cantidad posible de sabor.
Y recuerdo también dos versos de T. S. Elliot que he citado a menudo, en los que Elliot se lamenta de lo que, hoy aún más, parece un camino inverso inexorable:
Where is the wisdom we have lost in knowledge?  
Where is the knowledge we have lost in information?
Y me doy cuenta de que en este 2015, con sesenta y siete cumplidos, en esas estoy, desaprendiendo, pero con el poso “de los saberes, de las culturas, de las creencias que uno ha atravesado” removido, en ebullición, gracias a la irrupción de Podemos, gracias al pensamiento Podemos.

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