“Afuera, el
jardín –en realidad, Marienbad entero– mantenía intacto su hechizo”. Así
termina Vila-Matas su último libro Marienbad
eléctrico.
Unas pocas páginas antes, en la 100, aparece el Cervantes del
prólogo a las Novelas ejemplares:
“Horas hay de recreación, donde el afligido espíritu descanse. Para este efecto
se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se
cultivan, con curiosidad, los jardines”.
Mientras
tanto, con curiosidad, observo cómo, en El
tercer pliegue, mi jardín en Jesús Pobre, se mueven las vagabundas que dejo
a su aire.
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