domingo, 27 de febrero de 2011

mutaciones (otra vez)

El gusano del desierto sigue horadando: Túnez, Egipto, ahora Libia. Y lo que pensamos para Túnez y Egipto ya no sirve para Libia.

Brecht tituló De la necesidad de interrogarse sobre las ideas del mismo modo que uno se interroga sobre los utensilios uno de los aforismos que atribuyó a Me-Ti:

“Me-Ti dijo: Cuando en una excavación se encuentran piezas de bronce o hierro surge la pregunta: ¿Qué clase de utensilios fueron éstos en su tiempo? ¿Para qué servían? De las armas se extrae la conclusión de que hubo luchas; de los ornamentos, de que hubo comercio. Se conjeturan calamidades y posibilidades de todo tipo.
¿Por qué no se hace lo mismo con las ideas de tiempos remotos?”

El viejo topo ha sabido mudar a gusano del desierto. ¿Y el Gran Método?

jueves, 10 de febrero de 2011

mutaciones (de nuevo)

Hacía tiempo que no releía Me-Ti, el libro de las mutaciones, ese libro, publicado póstumamente, en que Bertold Brecht reinventó al filósofo chino del siglo V antes de nuestra era Mo Ti y le hizo mezclarse en la revolución soviética.

Lo he hecho ahora, empujado por el viento que viene del desierto, y leo que “Mi-en-leh enumeraba muchas condiciones necesarias para la revolución, pero no conocía ningún momento que no se prestara para trabajar en ella”.

Y también: “El Gran Método es una doctrina práctica sobre los pactos y la disolución de los pactos, sobre el arte de explotar las transformaciones y la dependencia con respecto a las transformaciones, sobre la realización de las transformaciones y la transformación de los realizadores, sobre la formación y separación de grupos, la dependencia de los contrarios entre sí, la compatibilidad de contrarios que se excluyen. El Gran Método permite reconocer procesos en las cosas y aprovecharlos. Enseña a formular preguntas que posibiliten la acción.”

Quizá la única condición que verdaderamene está faltando es una teoría de la práctica como el Gran Método.

martes, 1 de febrero de 2011

mutaciones

En un discurso en Londres el 14 de abril de 1856, Marx nos dijo cómo reconocer al viejo topo: en los signos que dejan perplejos, desconcertados a quienes Dylan llamó Mr. Jones.

“In the signs that bewilder the middle class, the aristocracy, and the poor prophets of regression, we do recognize our brave friend, Robin Goodfellow, the old mole that can work in the earth so fast, that worthy pioneer — the Revolution.”

Asoma el viejo topo estos días, transformado en gusano del desierto.