martes, 11 de noviembre de 2008

de la elegancia mientras se duerme

Las librerías de México, D. F. parecen infinitas, o, al menos, inabarcables, inagotables. Entre mis hallazgos de octubre está un libro editado en España en una editorial que desconocía, Impedimenta, de la que ahora sé que está a punto de cumplir un año de existencia. El libro me atrajo fulminantemente desde la mesa en la que reposaba, por la tipografía (esas fuentes en las que el cuerpo de la letra es mucho más pequeño que el asta ascendente o descendente), y por su título De la elegancia mientras se duerme.


Lo acabo de terminar, y ya no lo tendré más en la mesilla de noche mientras duermo.

Me queda de él el pánico del protagonista, cuando lo que le dice alguien al pasar pone en duda lo más profundo de sus convicciones.

“–¿Qué te pasa? –me dijo–. ¿Te has quedado sin manos?
¿Sin manos?, díjeme entre mí, sabiéndolas en mis bolsillos […]
Inseguro de mí mismo, de mi memoria, saqué las manos del bolsillo y las miré.
Efectivamente, aún pendían de mis brazos, pero la emoción era demasiado grande para asegurarme de tanta verdad y miré las manos largo tiempo.”

Wittgenstein no sé si leyó a este vizconde de Lazcano Tegui.

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