En mi memoria antifranquista una de las músicas fundamentales es la de la canción “Gallo negro, gallo rojo” de Chicho Sánchez Ferlosio. La escuché por primera vez en 1965 gracias a Alberto García. No lo sé con seguridad, pero tuvo que ser en la casa de sus padres en la calle Gorgos, o, quizá, en una casa a la que Alberto me llevó a una reunión, cuya dueña me la presentó como Jacinta, y sólo años después supe que su apellido era Gil. (La casa debía de estar vigilada porque a mi padre le informaron de inmediato de que yo andaba con malas compañías, y me recibió, al volver a su casa, preguntándome si no sabía dónde me había metido, qué hacía yo con esa gente “de la cáscara amarga”, pero ésa es otra historia.)
Alberto me enseñó a tocar “Gallo negro, gallo rojo” en la guitarra, y yo osé cantarla más de una vez. Así pasaba la canción de uno a otro, como su espíritu resistente: “Gallo negro, gallo negro, / gallo negro, te lo advierto: / no se rinde un gallo rojo / más que cuando está ya muerto”.
Chicho Sánchez Ferlosio la había publicado en Suecia en un disco de 25 cm con seis canciones en el que no aparecía su nombre, y en cuya contraportada se decía que el autor e intérprete era un español, cuyo nombre tenía que permanecer en el anonimato. Ésta es la portada de ese disco sueco:
En España, la canción tuvo que esperar hasta 1978 para aparecer publicada en el disco A contratiempo.
(También en la banda sonora de la exposición “Memoria y vigencia de un compromiso. Universitarios contra la dictadura
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