domingo, 5 de octubre de 2008

me & mr. taj mahal

He venido a Princeton unos pocos días, de paso a México, D. F., para visitar a mi hija que está haciendo un máster en Asuntos Públicos en esta universidad de la Ivy League. Antes de venir planeamos ir a pasar la noche del sábado 4 a Nueva York y asistir a algún espectáculo. A ella le habían sacado unas amigas, que viven en Nueva York, una entrada para una representación en el Metropolitan de la ópera Don Giovanni, y quedamos en que conseguiría otra para mí, lo que hizo.

Sin embargo, el viernes descubro en la red que Taj Mahal actúa en el B. B. King Blues Club & Grill ese mismo sábado 4 dentro de su gira Celebrating 40 Years, en la que lo que conmemora es el 40º aniversario de la aparición de su primer disco, de título homónimo. Sabía de esa gira, incluso acababa de comprar directamente en la página web de Taj Mahal el disco Maestro, que también celebra esos cuarenta años de su primer disco, pero no sabía que yo coincidiera con la gira en mi viaje neoyorkino.

En 1968, conseguí fuera de España ese primer disco de Taj Mahal, y el segundo, The Nacht’l Blues, que publicó el mismo año, y ambos discos se convirtieron de inmediato en residentes asiduos de mi tocadiscos. Me levantaba por la mañana cantando “I’m gonna get up in the mornin’ / I believe I'll dust my broom”, su versión rockificada del blues de Robert Johnson, y saludaba, “Good Morning”, a Miss Brown, día tras día.

En los años inmediatamente siguientes, en que estuve privado de pasaporte, alternativamente encargaba a quien podía salir al extranjero que me buscara sus nuevos discos (el doble Giant Step / De Ole Folks At Home, de 1969, Happy Just To Be Like I Am, de 1971, Recycling The Blues & Other Related Stuff, de 1972, Oooh So Good ‘n Blues, de 1973), o me alegraba al encontrar en los cajones de rebajas de las tiendas españolas los dos únicos que se publicaron en España por entonces (The Real Thing, de 1971, y Mo’ Roots, de 1974). “Fishing blues” se convirtió en uno de mis himnos para comenzar el día, “Betcha’ goin’ fishin’ all o’ da’ time / Baby goin’ fishin’ too I’ma goin’ fishin’ … Yes I’m goin’ fishin’, / And my baby goin’ fishin’ too”, y la cara B de Recycling The Blues & Other Related Stuff llevo treinta y seis años escuchándola una y otra vez, y es sin duda mi vinilo más surcado.

Le he seguido en todas las direcciones que ha explorado: todas las formas del blues, el soul, la música caribeña, la hawaiana, la hindú, las africanas… En los últimos años, Kulanjan, su disco de 1999 con Toumani Diabaté, bate records de aparición en mi lector de CDs y en mi iPod, y, al volver de un viaje a Zanzíbar en 2005, me encontré con que él acababa de grabar Mkutano Meets The Culture Musical Club Of Zanzibar. Pero nunca le había escuchado en directo.

¿He de decir que no tuve un momento de duda? Hace unos años, cuando organicé junto con Jenaro Talens el ciclo de conferencias en Bancaja Las culturas del rock, uno de los invitados, que poco tenía que ver con el asunto, pero era un maestro en el arte de las conferencias académicas, resolvió el compromiso en que le había puesto su amigo Jenaro titulando la conferencia “Memorias de un no-roquero” y contando en ella cómo su vida respecto al rock quedó definitivamente definida el día en que rechazó una invitación para ir a Woodstock, porque tenía dos entradas para la ópera Lucia de Lammermoor con Joan Sutherland en el Metropolitan del Lincoln Center, precisamente para donde tenía yo ahora las entradas. Ya el día que le escuché pensé que yo pertenecía a otra estirpe. Y sí, sin dudarlo un instante, compré dos entradas para el concierto de Taj Mahal, y alguien se encontró con el regalo inesperado de dos entradas para la ópera en el Metropolitan.

Aquí estoy, yo y el señor blues, Mr. Taj Mahal.


Juro que me voy a pescar el día entero. Me voy a pescar, y mi chica también. Que sí, she rock me to my soul, sweeter than a honey bee, yeah, my queen bee. Oh she rock me to my soul.

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